jueves, 28 de abril de 2016

Música que hace bien, paisajes sonoros de Marika Takeuchi.


Por Pablo Rego | La pianista japonesa Marika Takeuchi presenta su cuarto CD en el que continúa explorando el impresionismo dentro del neo-clásico, creando unos paisajes repletos de sutileza, minimalismo y sentimiento.

En “Colors in the Diary” la pianista, graduada en el prestigioso Berklee College of Music, presenta una variedad de composiciones propias inspiradas en paisajes naturales, en los colores de las estaciones, en la belleza implícita en la naturaleza que inspira al ser sensible. Este nuevo álbum fue producido por el ganador del Grammy Will Ackerman, y en él se presentan, junto a la pianista, el chelista Eugene Friesen y el violinista de la Boston Symphony Orchestra Si-Jing Huang.

Takeuchi, es compositora, productora, arregladora, copista y educadora especializada en piano. Su primer álbum “Nightdream” (2011) resultó una gran novedad para los fans del neoclásico, new age y musicoterapia.  

A lo largo de su carrea, además de componer para cine y televisión en diferentes partes del mundo, en sus otros tres discos, Marika Takeuchi fue explorando la utilización de diferentes instrumentos para crear climas con los que expresar su arte.

Un par de años después de su bien recibido primer álbum Night Dream, apareció  su segundo trabajo “Impressions” (2013), revolucionando los ámbitos de escucha del neoclásico, un género que se ve ricamente alimentado por esta artista. En ese álbum desarrolló su experiencia compositiva y arreglos agregando a su interpretación del piano, flauta, clarinete, violín, viola y chelo, y en la selección de temas incluyó algunas de sus composiciones para cine, así como música de cámara. Su tercer álbum, “Rain Stories” (2014), introdujo en sus grabaciones  dos instrumentos a la mezcla con los que no había trabajado anteriormente en sus arreglos y composiciones: el oboe y el tradicional erhu (violín chino).

Colors in the Diary”, el nuevo disco de Marika Takeuchi, crea un clima minimalista e impresionista a la vez, con sonidos simples que dibujan siluetas en las que pueden adivinarse los paisajes que pinta. La descripción sonora propone la contemplación interior desde el exterior, como una manera de completar el cuadro a través de la música, introduciendo la percepción como decodificador estético en el que participan también las almas.

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viernes, 22 de abril de 2016

El principio de “El yoga de la sexualidad”

Foto © photobucket.com
por Pablo Rego | Cambiar el paradigma del encuentro sexual, liberándonos de la mente y sumergiéndonos en un espacio mágico compartido es posible. Los traumas y las dificultades en el mundo de la intimidad de las parejas comienzan en el desconocimiento del espacio sin límites que la energía sexual bien utilizada nos puede brindar para transformar el sexo en una vía de liberación emocional y desarrollo espiritual, lejos de pensamientos tóxicos y de la competencia de los egos.

El Yoga es tan amplio como el Universo. Dado su carácter energético y de unión e integración sin límites, así como puede describirse su fuente como un manantial infinito que nos entrega todo aquello que seamos capaces de aceptar, su extensión e integración también son infinitas.

Pero sin ir tan lejos, podemos decir también que el Yoga atraviesa todos los aspectos de la vida humana, naturalmente y sin limitaciones. Uno de los aspectos importantes del ser humano es la sexualidad, aspecto éste que abarca mucho más allá de un acto carnal, de contacto físico utilizado para liberar tensiones psíquicas.

El practicante de Yoga se propone conectar con los aspectos sutiles del Ser, presta atención a su respiración, a las sensaciones. Intenta y debe intentar, trascender la mente para conectarse con la fuente de la consciencia pura. Eleva los ejercicios físicos a un estado consciente, por lo que la relación del practicante de Yoga con su cuerpo físico comienza a volverse más pura y sagrada.

Con la sexualidad ocurre exactamente igual. Es evidente que si estamos excesivamente conectados al mundo mental, con miles de pensamientos por minuto, insensibles a nuestro cuerpo, a las sensaciones y proyectando todo el tiempo nuestra existencia hacia otro lugar o tiempo, difícilmente podamos enfocarnos en lo que el Yoga nos propone. Entonces, ¿ por qué no tener la misma actitud con respecto a la sexualidad, a los encuentros o relaciones sexuales, a su práctica como algo puro y sagrado?

photo ©pixcove.com
El bienestar como guía

Una cosa es la satisfacción que sigue al deseo cumplido y otra el bienestar. Nuestra mente conoce nuestros placeres y crea deseos que seguimos de manera casi inconsciente (si no completamente inconsciente) alimentando su supremacía sobre el resto de nuestro Ser.

Cuando practicamos Yoga y Meditación sabemos que debemos encontrar los caminos para llevar a la mente a un lugar de sosiego y calma. Lo que se consigue, luego de la práctica es un estado de amplitud energética y emocional, creando un estado de bienestar, más estable y duradero.

Este mismo principio se aplica a la sexualidad. Si al momento de relacionarnos en ese ámbito, cada cual de acuerdo a su propia realidad y elección, reducimos el número de pensamientos y prestamos atención a nuestro cuerpo, a la respiración y nos fundimos con el otro en ese estado para dejar que la energía fluya, podremos trascender la mente y los deseos que en ella residen para conectarnos con un estado de bienestar compartido.

Este estado de bienestar no se logra especulando, calculando, proyectándose hacia el futuro o trayendo cosas del pasado a la realidad compartida. Más bien, todo esto, muy habitual en las relaciones de pareja, impide entrar a ese estado, ya que, la mente es el lugar de residencia del  ego que sólo quiere saciar sus propios deseos.

Para poder acceder a este estado de bienestar compartido, que no tiene por que incluir la satisfacción física efímera e individual, es importante brindarse plenamente, dejar de lado los pensamientos limitantes de la mente, para conectar con la sensibilidad del cuerpo físico.

También es importante cambiar las reglas de juego de la conducta transitando otros caminos, como por ejemplo, dar y procurar el bienestar del otro antes que el propio. De esta forma se crea una dinámica creativa que tiene todo que ver con la liberación de lo realmente importante, la energía sexual.

foto © 123rf.com


La energía sexual

Es la fuente que crea la vida y es una energía que puede mal-utilizarse de manera volátil, desperdiciándola en el placer efímero de una relación superficial y puramente carnal. Esta energía es tan potente que puede crear la vida y, si la utilizamos de manera correcta, puede ser la que nos abra las puertas del bienestar y el mundo espiritual compartido.

Esta energía es sagrada y muy poderosa. A tal punto es poderosa que muchos monjes meditadores de oriente la utilizan para elevar su capacidad energética y espiritual. Los antiguos conocían este secreto y mucho antes de que las nuevas culturas se forjaran, la utilización de esta energía como algo sagrado que eleva, era tomada como algo natural y de mucho provecho por el ser humano.

Si utilizamos esta energía de manera consciente y la dejamos fluir, procurando el bienestar del otro, si ambos integrantes del encuentro adoptan esta actitud, en lugar de crear una competencia de “a ver quién goza más” conseguiremos un flujo de energía positiva de dar para dar que iluminará el espacio compartido.

Si lo que fluye es positivo, si no sale de la mente sino del corazón, podremos crear una sinergia creativa que hará fluir la energía sexual de manera natural, creando unas condiciones inmejorables para que los cuerpos se encuentren y ocurra lo que de otra manera sería imposible.

Los principios del Yoga aplicados la sexualidad aportan los mismos beneficios que el yoga del cuerpo o de la mente a un practicante. De la misma manera, una pareja que aplica estos principios en un encuentro íntimo vivirá una experiencia que puede enmarcarse más en un acto de desarrollo espiritual compartido, de tiempo y consecuencias positivas prolongados, que en el simple hecho de estar con alguien para obtener quince minutos (en el mejor de los casos) de placer.

Pablo Rego
Profesor de Yoga
Masajista-Terapeuta holístico
Diplomado en Medicina Ayurveda de India